En este tema no hablaré sobre los valores que deben ser enseñados a los niños, jóvenes y jugadores en las edades de iniciación o formación, ya hay muchos documentos y artículos sobre ese tema. Iniciaré e intentaré enfocar el tema desde cómo ven los jóvenes la victoria y la derrota, como influye en ellos y en su entorno, como puede llegar a extenderse en los ámbitos familiares y escolares, y como pueden convivir la vida deportiva con lo demás.
Otras victorias
La victoria suele ser el premio y el objetivo que muchas veces se transmite a los jóvenes jugadores, no solo por parte de los entrenadores y clubs, sino por los padres también. Aunque cada vez, y gracias a la formación en valores, la labor de profesionales, educadores y psicólogos, esta situación ocurre con menos frecuencia, y son ya bastantes clubs y entidades deportivas que intentan implementar una escuela de valores y educación para todos los integrantes de la entidad, ya sean jugadores, cuerpo técnico, padres y tutores, etc.
Entre los aspectos positivos de una victoria, podemos encontrar la sensación de gratificación, de recompensa de que se ha conseguido el resultado y el objetivo, de que se hacen las cosas bien y existe una mejora y desarrollo de los deportistas, emociones positivas, reconocimiento, etc.
Por el contrario ,la derrota suele ser vista como algo negativo, algo a evitar, una sensación de que no se han hecho la cosas bien y que provoca frustración, enfado y rabia muchas veces en los jóvenes, la sensación de que no se ha aprendido nada, de que no ha habido una mejora, etc.
Un crecimiento y enseñanzas basados en victorias o derrotas, en 1 o 0, todo o nada, puede ocasionar que los jugadores y jóvenes solo acaben aceptando una opción como la valida (la de victoria) la que realmente les hará crecer y les ayudará a sentirse realizados, en la que se basa su objetivo final, en detrimento de la otra. En definitiva, puede ocasionar justamente lo contrario de lo que pretendemos en las enseñanzas de los ya conocidos valores.
Creo que en esta fase de iniciación y formación, es recomendable buscar un objetivo alternativo, porque los hay y muchos, objetivos más allá de aquellos que se centran en el resultado final o marcador del deporte en sí, sino nosotros mismos podemos colocar y transmitir a los alumnos diferentes objetivos que van mucho más allá que ganar o perder, son todos esos elementos escondidos, esos valores que tanto se hablan, crecimiento personal, desarrollo de habilidades sociales, respeto de las diferencies individuales etc.
En el deporte se participa, se compite, se aprende, se divierte, y enriquece a uno mismo. Eso es lo principal, y algunas veces, toca perder, otras ganar. Debemos intentar que sea puramente anecdótico, un dato más al que nosotros le daremos la importancia que creamos conveniente, especialmente en edades de iniciación.
Queremos cambiar el modelo y modificar la manera de gestionar y enseñar la victoria, saber ganar y perder y que para nuestros jugadores esto se convierta en una experiencia provechosa a nivel individual y también colectivo, sepan transmitir los valores positivos que se extraen de ella. Saber que hay también un desarrollo y crecimiento como personas y jugadores. Del mismo modo, cómo gestionar las derrotas es un trabajo paralelo, también puede ser un buen suceso y podemos aprender mucho.
Creo que podemos estar orgullosos, tanto entrenadores, cuerpo técnico, club, padres, si nuestros jóvenes han aprendido, adquirido, disfrutan y saben compartir esas emociones y sentimientos de cara al deporte. No hace falta que sean los mejores, ni que sea su prioridad número uno a lo largo de toda un etapa, sino que sepan que el deporte es un elemento más del que pueden aprender y divertirse y les sirva para el desarrollo y crecimiento de diferentes habilidades.
“No fracasas cuando no logras tu objetivo. Lo haces cuando no aprendes nada de la experiencia”
Por ejemplo: Para un entrenador, aquel chico con mala forma física, poca habilidad para cierto deporte, sería todo un logro y un gran trabajo conseguir que ese chico no abandone el deporte en general aún las adversidades o dificultades y consiga adquirir un conocimiento y desarrollo durante su etapa deportiva.
A mi hijo no le gusta perder
¿Qué características tiene la derrota en los jugadores en etapas de iniciación y formación?
Es muy común observar como los niños y jóvenes, responden ante la derrota con rabia, rechazo, enfado, incluso se nota una disminución de las ganas de jugar o practicar cierto deporte, si lo que extraen de él, son sensaciones negativas y emociones desadaptativas.
El rechazo a la derrota, puede originar en conflictos a nivel personal del jugador, entre compañeros, entrenadores, padres etc. Cuando estamos hablando del ámbito y entorne esto de la actividad que se realiza, eso, ya de por si suele ser una situación incómoda, pero además puede crear más problemas que suelen desencadenar en castigos y situaciones negativas incluso fuera del ámbito deportivo.
“Los perdedores se quejan, los ganadores aprenden”
Las situaciones más comunes que he experimentado han sido generalmente dos. Por un lado, el miedo y ese rechazo a la derrota puede deberse porque no se ha experimentado nunca y se crea una creencia y percepción peligrosa para el jugador, algo que debe evitar a toda costa, ya sea por razones de pérdida de autoestima, vergüenza, fracasos, reputación, etc. Sabe que está ahí, pero teme el momento que pueda entrar en contacto con ella. Por otro lado puede ser porque ya se ha experimentado y la experiencia no ha sido productiva y no ha desarrollado efectos positivos, buenas sensaciones y emociones. El propio jugador ha aprendido nada de esa situación y por tanto, lo rechaza a toda costa e incluso no lo acepta. Por lo tanto, hemos de plantarnos que podemos enseñarles a los jóvenes sobre la derrota, y hay muchísimos valores que se puede sacar de ahí.
En definitiva, lo que defiendo es, que si en el deporte o juegos se experimenta la derrota, y queremos que sean experiencias y puedan evocar sensaciones y emociones positivas en los jóvenes, tenemos la necesidad de experimentarla cómo elementos positivos, coger pequeños fragmentos de lo que ha sido el deporte y recoger aquello que nos hará más grandes y crecer, de aprovecha el aprendizaje, en definitiva, de todos esos valores que tanto están trabajando por impulsar e incorporar los profesionales. Por eso es tan importante que se enseñen y practiquen los deportes con más opciones que una victoria o una derrota.
Estos conceptos están siendo muy utilizados y cada vez más extendidos, y son muy enriquecedores, pero… y si hay la necesidad de modificar algo un poco antes ¿Y si eliminamos las nociones de perdedor/ganador?
La idea es, que en vez de buscar un remedio, o un trabajo paralelo, ¿porque no buscamos un nuevo ejercicio o manera de entrenar y desarrollar sus habilidades? Uno donde no vean la necesidad de experimentar derrota o victoria.
Me refiero a juegos, practicas, trabajo y actividades complementarios a los juegos de victoria/derrota, anotar/fallar, etc. ejercicios donde esos conceptos no existan, no se tienen en cuenta y no se plantean en ningún momento de la práctica de dicha actividad.
Crear una necesidad de experimentar actividades, juegos, ejercicios para los jóvenes jugadores donde aprendan a adaptarse a los diferentes ejercicios y tareas y cada suceso pueda significar un aprendizaje y beneficio diferente, donde se no se premie la victoria, ni se castigue la derrota, juegos donde no existan esos conceptos, donde solo se participe, y cada uno tenga su crecimiento personal y de desarrollo individual, donde el siguiente pase será superarse o hacerlo mejor, eliminar competitividad y dejar que los niños exploren y alcancen sus propios objetivos en dichos juegos, no los que se sugieren en las reglas o las normas sociales. Potenciar y ayudar a la imaginación y plasticidad de sus mentes a la hora de afrontar tareas y nuevos retos.
Juegos grupales, juegos didácticos, enseñanzas y donde las tareas sean enriquecedoras por sí mismas.
Buscar estímulos y diferentes objetivos durante los entrenamientos, competición, etc., otro medidor o indicador de rendimiento que mantenga la mente de los jugadores en continuo desarrollo y crecimiento.
Un ejemplo: Un jugador o hijo nuestro compite y participa en un partido de básquet, el equipo no va muy bien, por diferentes motivos, pierden todos los partidos. Al finalizar el partido, el jugador esta triste y cada vez menos a gusto con ese deporte, ya no enfadado, pues ha integrado esa emoción y ya es algo normal para él, aun así, podemos animarle y darle motivos para superarse cada día e intentar esforzarse, ver que hay motivos para seguir entrenado y participar en la competición. En vez de hablar sobre el resultado, preguntémosle cuantas asistencias o balones bien dados a los compañeros ha dado, cuántos balones ha interceptado, etc. El resultado es una derrota, si, ¿pero ha habido motivos y elementos varios para pensar en una victoria personal o del equipo, un aprendizaje nuevo? Eso es lo que queremos implementar.
No preguntemos a nuestro hijo si ha ganado el partido, preguntémosle cómo se lo ha pasado, que ha aprendido, si se ha divertido, qué retos se ha puesto en el entrenamiento, etc.
“Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo”- Buda
Creo que una de las mejores maneras es intentar que esta manera de trabajar llegue a los deportistas a través de sus propias conclusiones, que desarrollen y creen soluciones por sí mismos.
Hacer que los jóvenes deportistas lleguen a las conclusiones, entonces realmente creerán en ellas y tendrán más posibilidades de efectuar un cambio. Crear sus motivaciones y necesidades por ellos mismos.
Conflictos y convivencia con los resultados deportivos
Puede ocurrir que durante las competiciones, entrenamientos o periodos entre partidos, la situaciones o acontecimientos ocurridos en estos creen un malestar o unas emociones en los jóvenes que luego evocan o transmiten de una manera desadaptativa, como por ejemplo, enfado con los demás, malas contestaciones, negación ante otras responsabilidades, etc. La clave es saber gestionar la comunicación verbal/no verbal durante estos periodos con el entorno social, pues este entorno también sufre las consecuencias de lo que le ha sucedido al jugador, ambos intervienen el uno con el otro.
Las diferentes fases que los jugadores pueden experimentar en épocas de competición evocan y producen también sensaciones y emociones sobre los jugadores, como el pre-partido; nervios, concentración, atención, regulación de emociones, mente distraída por actividades, estado anímico, etc. Durante el partido y también y no menos importante, destacar el pos-partido: derrota y sus posibles consecuencias a nivel de emociones y pensamientos como rabia, tristeza, frustración, confrontaciones con entrenadores o compañeros, desacuerdos con padres, abandono, pesimismo, pérdida de confianza, etc. Como así también de la victoria, alegría, euforia, confort, recompensa, aumento de autoestima, activación de emociones positivas, etc. Estamos hablando de ciertos aspectos o síntomas que pueden ocurrir en los jugadores y jóvenes deportistas durante el transcurso de un evento deportivo, ya sea de derrota o victoria.
Ante estas emociones, cabe actuar en consecuencia y formar tanto a los padres como entrenadores para poder manejar dichas situaciones, un ejemplo sería la gestión de dichas emociones, tiempos y cuándo abordar la situación de derrota o cómo abordar la victoria.
No ha pasado que después de un partido, el joven jugador está enfadado por algún motivo, en un estado que prefiere estar solo y dejar que sus emociones fluyan y se vayan diluyendo durante un rato, pero como padres, compañeros o entrenador insistimos en una conversación, en correcciones técnicas o cualquier interacción que acaba resultando en una reacción desadaptativa para el joven, y a la postre, también para la otra persona y acaba desembocando en situaciones y desencuentros que lo que harán será crear mayor frustración en el deportista. Eso no quiere decir que no se puedan hablar o se deba intervenir post-partido, sino que hay que conocer la situación del deportista y saber encontrar el momento para cada uno.
Por el contrario, apremiar y realizar refuerzos positivos sin un control también puede ser peligroso, es mejor intervenir y dar refuerzos ante el esfuerzo y de manera que el jugador sea consciente de porque recibe ese premio o refuerzo, buscar otro medidores de rendimiento para reforzar puede ser una manera de que acostumbremos y mostremos a los jugadores que hay más maneras aprender y enriquecerse por las actuaciones realizadas.
“La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.” – José Saramago
La idea es conocer y saber gestionar todo el abanico y máximas situaciones posibles que pueden experimentar los jóvenes deportistas para poder tener más herramientas a la hora de gestionar esas emociones, entenderlas y ayudar a canalizarlas hacia estados no desadaptativos.
Deja una respuesta